Reflexión cristiana sobre la Iglesia, el Cuerpo de Cristo



Reflexión cristiana sobre la Iglesia, el Cuerpo de Cristo


Si el cerebro quiere que la mano acaricie la pierna que está adolorida, y no lo hace, hay sufrimiento y no hay alivio.



En el Cuerpo de Cristo, cada miembro según su función, cada hermano que es parte de la iglesia, según el don que Dios le ha dado, debe realizar la tarea encomendada, ejercitarse correctamente porque si no lo hace, sufre todo el cuerpo.

Para que este cuerpo funcione se necesita en algunos casos, además de los recursos humanos que son cada uno de los miembros, recursos financieros y físicos. Si hay necesidad de personal en una nueva célula (recurso humano), se consiguen las personas pero si no hay cómo trasladarlo allá, el trabajo no se puede realizar. Para ese traslado se necesita, bien sea una persona con vehículo (recurso físico), disposición de ayudar y disponibilidad de tiempo, dinero para contribuir en alguna medida al mantenimiento de dicho vehículo, o dinero (recurso financiero) para pagar los viáticos de las personas que van a trabajar de su propio bolsillo o de las cuentas de la iglesia, para lo cual los miembros encargados de las finanzas deben estar en buen funcionamiento.


Cuando la obra del Señor está creciendo, se deben revisar tanto los planes como el presupuesto de la iglesia para ajustarlo a las necesidades nuevas que generan los nuevos campos misioneros o tomar en cuenta un crecimiento en cierta medida. Si no se hace este ajuste, los resultados se ven afectados por la falta de atención y los dones de algunos miembros no son desarrollados en esas áreas.

Jesucristo es la cabeza de este Cuerpo de Cristo, y no debería suceder que la obra se paralice por miembros que no se quieren ejercitar. 

La armonía en los movimientos de este Cuerpo hace de la iglesia una comunidad unida que está saludable, feliz y con los brazos abiertos para recibir a los que cada día se vayan agregando al cuerpo.





Mery Bracho
Artículo Anterior Artículo Siguiente